jueves, junio 11, 2015

Viaje a Japón (3º Día)

Lunes 18 de Mayo, tercer día de viaje y segundo día en tierras japonesas, pero en realidad, el primer día que me levantaba como quien dice en Japón, ya que el dia anterior no había tenido casi ni oportunidad de descansar.


Nos levantamos prontito, a eso de las siete de la mañana, y trás un desayuno casero y una buena ducha, tocaba ponerse en marcha, así que Sara y Yo nos acercamos al centro de Gifu en coche, aparcamos, y nos propusimos aprovechar la mañana dando un buen paseito por unas calles que rapidamente te envolvian en el ambiente oriental.


El primer destino era un centro comercial, donde tenemios previsto visitar la sección de alimentación para que me fuese haciendo idea de los diferentes alimentos que me iba a ir encontrando a lo largo de mi viaje, pero durante el paseo no dejamos de visitar algún que otro templo que nos encontramos, construcciones que  veia por primera vez, y que logicamente llamaban mi atención.


Una vez ya en el Centro Comercial vimos de todo, carnes, verduras, pescados, dulces, algas, y quizás lo que más llamó mi atención, la fruta. Allí el tema de la fruta es un producto casi diriamos que de lujo, y se vende de manera algo diferente a lo que nosostros conocemos. Cada pieza va bien envasada y etiquetada, y el precio es bastante diferente al que estamos acostumbrados, sirve de ejemplo este melón que al cambio vendría a costar unos 100 euros.
        

Nuestra siguiente parada era el Gran Buda, o Daibutsu, como dicen los japoneses. Una figura de 13,63 metros de altura, y de la que teneis más información aqui (http://gifu-daibutsu.com/). Es curioso que semejante Buda, que además es el tercero por tamaño de Japón, no sale en ninguna de las guias más comunes que te puedes encontrar sobre Japón, donde generalmente si se mencionan el Buda de Nara, el más grande Japón, o el de Kamakura, el segundo.


Eso sí, aunque visitar el Buda es impresionante (200 yenes por persona), hay que reconocer que el templo esta bastante descuidado, sobre todo en su interior, algo que llama la atención en un país en el que casi todo esta muy limpio, arreglado y cuidado.


Una vez visitado el templo, paseando por las calles de lo que sería el casco antiguo de la ciudad, nos acercamos a la zona del rio, donde curiosamente, en algunas epocas del año, se practica la popular pesca con cormoran.


Entre una cosa y otra nos habian dado ya las 12:30 del mediodia, hora en la que los japoneses acostumbran a comer, así que Sara decidió que comiesemos en un restaurante que ella conoce en la zona y que ya habia visitado otras veces. Un lugar muy tranquilito y con decoración clasica japonesa en el que como es costumbre, había que descalzarse para entrar.


Como es lógico, fue ella la encargada de elegir que comer, sobre todo porque la carta estaba en japones, y de ser yo el encargado de hacerlo, podiamos haber terminado comiendo varios postres o vete a saber tu que, en lugar de una comida en condiciones. Para ella la fuente grande que veís de pollo al curry con arroz, y para mí un Bento japones, que viene a ser como una recopilación de varias cosas, algo de carne, algo de pescado, un  poco verdura, y cosas así. Eso sí, tengo que reconocer que aunque la comida estaba muy buena, el cuenco de sopa de algas, eso que veis a la derecha con cositas blancas flotando, como que no me gustó mucho, era algo asi como beber agua del puerto.


Ya al salir del restaurante, coincidimos con un grupo de mujeres que habian estado comiendo en el restaurante que iban vestidas con el tipico traje japones, así que me pareció curioso aprovechar el momento para hacerme una foto de recuerdo.


De allí nos acercamos a coger el coche y luego acompañe a Sara en sus tareas cotidianas, recoger a los niños en el colegio, llevarlos a la academia, y cosas así. Algo que aunque no parezca muy turistico me sirvió para ver como es la forma en la que los japoneses ocupan el dia y cuales son sus costrumbres. Como ejemplo comentar que me resulto realmente curioso y llamativo los armarios que tienen en la entrada al colegio, allí cada alumno tiene su armarito donde guarda sus diferentes calzados, por un lado el de gimnasia, por otro el de recreo, etc, etc, ya que si no recuerdo mal, según me comentó Sara, aparte de las zapatillas de casa para andar por el colegio, cada alumno tenía tres pares diferentes de zapatillas deportivas para las diferentes actividades a realizar.


Y entre una cosa y otra, pasamos la tarde, hasta que a eso de las 18:30, momento en el que los japoneses ya acostumbran a cenar, nos acercamos todos al completo a un centro comercial.


En este caso, entre las diferentes opciones que había, decidí comer una especie de bolas fritas, aunque no en freidora como sería normal aqui, rellenas de calamar cubiertas de queso rallado y de unas salsas que tengo que reconocer estaban muy buenas.


Ya para terminar la jornada, cervecita fresca en casa de Sara, conversación tranquila y relajada con Kinji, y a dormir.

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