miércoles, julio 22, 2015

Viaje a Japón (7º Día - 3ª Parte)

Como ya os comenté, a las 18:00 cogía el tren en Yokohama para regresar a la Estación principal de Tokio, y allí luego un metro (220 yenes) para acercarme al distrito de Shinjuku e intentar localizar la zona de Kabukicho, algo que ya había intentado mi primer dia en Tokio pero que no habia conseguido.


Tengo que reconocer que no sé como lo hice, o más bien, que hice la anterior vez que vine a la zona de Shinjuku, porque la verdad es que fue salir del metro y encontrarme en pleno centro de Kabukicho, el conocido como Barrio Rojo de Tokio.


Os aseguro que el ambiente era increible, todas las calles repletas de luminosos y con un continuo ir y venir de todo tipo de gente. La verdad es que pasear por estas callejuelas era realmente impresionante y posiblemente una de las mejores formas de involucrarte en el verdadero ambiente de la ciudad.


En estas calles hay gran cantidad de locales en los que de una o de otra manera, se ofrecen servicios relacionados con el sexo, pero nunca de prostitución, ya que eso esta prohibido en Japón. Pero ya sabeís como funciona esto, que este prohibido no quiere decir que no lo haya, así que paseando por sus calles, y sin poder disimular que era turista, en varias ocasiones se me acercaron para ofrecerme la posibilidad de contratar un servicio de sexo con mujer japonesa, que es como ellos lo llaman.


Llegaron a pedirme 15000 yenes por un servicio sexual completo, como ellos me especificaban, pero ante mi negativa, llegaron a bajar el precio a 10000 yenes, y eso que yo casi ni me paraba mientras me hablaban, así que supongo que el regateo podia haber seguido un buen rato si yo hubiese mostrado interés en contratar algún servicio de este tipo.


Como curiosidad tengo que comentaros, que por segunda vez en lo que iba de día, me encontraba con un equipo de televisión grabando en la calle, esta vez algún tipo de programa comico por como los presentadores paraban a la gente para hacer preguntas.

Y tras dos horas largas, o quizás algo más, a eso de las 20:30 de la noche, decidi coger el metro de vuelta hacia el albergue. Habia sido un día duro de largas caminatas y de unos cuantos viajes en tren. 

De camino al albergue hice la ya rutinaria paradita en el Seven Eleven para comprar algo que cenar, un plato de pasta, un par de cervezas y un refresco con alcohol de postre, y el desayuno del dia siguiente, un bollo y un zumo, lo que vino a costarme 1357 yenes, algo asi como once o doce euros.

Eso sí, cuando fui a par me pasó una cosa realmente curiosa, de repente empezó a sonar una musiquita, se acercaron corriendo a mí un par de dependientas que estaban reponiendo cosas por el supermercado y la cajera me sacó una especie de urna de donde tuve que sacar un sobre. Me tocó este helado que veís en la foto, pero a mi la situación me pilló de sorpresa y me pareció realmente curiosa.


Unos días después me explico una chica japonesa que debia ser una campaña de promoción de esta cadenas de supermercados, y que cuando gastabas más de no se que cantidad, te daban un sobre de estos para ver que regalo te tocaba. Por cierto, el helado este debe ser muy famoso en Japón, pero a mi no me gustó asbsolutamente nada, le dí un mordisco y se fue a la papelera.


Ya en el albergue, me puse a cenar tranquilamente, el plato de pasta y un poco de sushi que me habia quedado del dia anterior. Para pasar luego a la maquina de los masajes de los pies, donde disfruté a modo de postre de mi refresco con alcohol.

Fue entonces cuando apareció por allí un tipo nuevo que habia llegado, un tipo grande California que nos fue preguntado uno a uno de donde eramos. Una de las chicas que estaba cocinando, una chica italiana de Roma, al oir que yo era de España, comenzó a hablar conmigo en castellano, por lo que se vé, habia tenido un novio catalan y sabia un poco de mi idioma, y fue entonces, al aoirne hablar castellano, cuando una chica que llevaba viendo varios dias en el albergue, y con la que había cruzado algunas frases en inglés, descubrio de donde era yo, ya que según me dijo ella había pensado durante estos días que yo era de algún pais del Este, curioso porque que yo sepa, no tengo pinta de ruso, pero bueno, tampoco iba a decir yo nada cuando llevaba varios días pensando que ella era francesa.

Estuvimos hablando un rato, y a eso de las 23:30 de la noche, decidí irme a dormir, ya era hora de descansar.

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