miércoles, junio 16, 2010

El Tenderete en Casa

Como ya os he dicho otras veces, es lo que tiene dedicar el blog a temas unicamente personales, que NO todos los días tengo algo interesante que contaros, así que hoy me voy a limitar a contaros una pequeña anécdota que me sucedió el lunes a la mañana, una anécdota sin demasiada trascendencia pero que demuestra algo de lo que ya he hablado en el blog en más de una ocasión: que en la sociedad actual en la que vivimos se tiende a pensar unicamente en uno mismo olvidándonos por completo del vecino (y nunca mejor dicho como veréis).


El lunes por la mañana me levanté prontito y aproveché que tenía la mañana libre para poner la lavadora. A eso de las 8:30 de la mañana la lavadora había terminado su trabajo y ya tenía la ropa lista para ser tendida, así que salí al patio y con toda tranquilidad tendí mi ropa.

Después de esto me puse a andar con el ordenador y a ver una película en el salón. Si es verdad que ya desde primera hora, poco despues de las 9, comencé a escuchar ruidos fuertes de obra, pero como en los últimos meses es bastante habitual oír ruidos de este tipo ya que cuando no es uno, es otro el vecino que esta de obras, pues como que tampoco le dí demasiada importancia.

Pero a eso de las 12 del mediodía, cuando ya llevaba más de dos horas escuchando unos molestos ruidos de martillos y taladros decidí asomarme al patio para descubrir que vecino era el que esta vez había decidido hacer obras en casa me encontré con la GRAN SORPRESA, el vecino que tenía la casa en obras era el del segundo piso, estaban picando la cocina y el baño, y no se les había ocurrido otra cosa que abrir las ventanas al patio para airear.

La atmósfera allí creada era irrespirable, había una especie de niebla, que en realidad era una nube de polvo, que invadía el patio y que como podeís imaginar había dejado toda la ropa que yo había tendido, y logicamente la de mi vecino, que también estaba tendida, con una capa de polvo impresionante. Rapidamente me apresuré a quitar la ropa y a meterla de nuevo en casa, pero el daño ya estaba hecho, todo estaba hecho un asco y debería pasar de nuevo por la lavadora.
Procedí a poner de nuevo la lavadora, pero esta vez, teniendo en cuenta que en el exterior estaba lloviendo, no me quedaba otro remedio que repartir toda la ropa por la casa como si de un mercadillo se tratase creando una especie de tenderete gigante, algo que logicamente no os mostraré porque a uno aún le queda un poco de dignidad.

Pero a lo que voy: ¿Tanto les costaba a los obreros haber bajado un piso a avisar a los que teníamos ropa tendida lo que iba a pasar?, porque vamos, creo que no hace falta ser Ingeniero para darse cuenta de lo que iban a provocar.

Pero claro, es más sencillo no decir nada, provocar la polvareda que montaron y que me ha dejado no solo la ropa, si no todo el patio hecho un asco, y luego irse de rositas.

Como veis una anécdota que no va a ningún sitio pero que demuestra como funciona la sociedad actual, egoismo puro y duro.

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