miércoles, julio 13, 2011

Viaje a China (17º Día - 2ª Parte)


Nos habiamos quedado en la Estación de Tren de Shanghai intentando resolver el problema en el que nos habiamos metido. Allí estabamos nosotros, en el andén de la estación esperando a que entre la Jefa de Azafatas y el Jefe de Estación tomasen alguna decisión.

Y así fue, fueron momentos de nerviosismo, pero finalmente la Jefa de Azafatas se dirigió a mí y me comunicó en inglés que podiamos subir al tren, pero que no nos aseguraban el asiento. A nosotros eso a esas alturas como que no nos importaba demasiado, lo que queriamos era subir al tren y comenzar nuestro camino a Hanghzou, nuestro próximo destino, lo de sentarse era lo de menos, ya nos sentariamos en el suelo si hacía falta, al fin y al cabo no era más que un viaje de una hora más o menos.

La azafata subió al tren y nos pidió que la acompañasemos, eran las 10:40 de la mañana. Fuimos avanzando por varios vagones hasta llegar a lo que parecía el vagón de primera clase, con asientos amplios y comodos, y entonces la azafata nos pidió que esperasemos allí sentados.

Como ya os he dicho habian sido momentos de tensión, momentos en los que no llegamos a tener muy claro si podriamos coger el tren, si tendriamos que pagar un nuevo billete o si nos quedariamos tirados en Shanghai, pero finalmente parecía que todo se había arreglado, y de buena manera, porque allí estabamos nosotros sentados en lo que parecia primera clase.

Pero a los cinco o diez minutos volvió a aparecer la azafata y nos pidió que la siguiesemos de nuevo, fue entonces cuando yo empece a pensar que habiamos cantado victoria demasiado pronto, aquello era muy bonito para ser verdad, ahora veriamos a donde nos llevaban realmente.


Pero entonces llegó la gran sorpresa, como ya os dije en el articulo anterior me había equivocado al sacar el billete y había sacado un billete VIP, gracias al cual quiero pensar estabamos teniendo tan buen trato por parte del personal de la compañia de trenes a la hora de solucionar el error que habiamos cometido de perder nuestro tren.

Nos metieron en un compartimento privado de grandes dimensiones en el que teniamos unas butacas muy comodas, cojines para descansar, mesa para escribir e incluso tele para entretenernos.


La situación que habiamos vivido durante las últimas horas había sido curiosa, y aunque realmente en ningún momento llegamos a ponernos realmente nerviosos, ninguno de los dos habiamos llegado a pensar que el desenlace final iba a ser tan gratificante.


Allí estabamos, sentaditos en un compartimento privado del tren disfrutando de un pequeño desayuno que nos sirvieron (botella de cafe con leche y paquetito de galletas).

A las 11:30 de la mañana, una hora despues de haber subido al tren, llegamos por fin a nuestro destino despues de un viaje realmente accidentado, posiblemente el más accidentado de toda nuestra extancia en el país asiatico. Para ma´s información sobre Hangzhou pinchar aquí.

Una vez en la estación teniamos que acercarnos al centro de la ciudad y localizar nuestro albergue. Como ya os he comentado otras veces lo mejor suele ser coger un TAXI oficial, no sería la primera vez que por coger un TAXI pirata nos salía le trayecto algo más caro de lo normal, pero después de tanto follón en el viaje en tren, de lo que teniamos ganas era de llegar cuanto antes al albergue, así que regateamos un poco con el primer TAXI pirata que se nos acercó, en un principio nos pedía 60 yuanes por el trayecto que le pediamos, pero tras regatear un poco y bajarle a 40 yuanes, algo así como 5 euros, decidimos aceptar su oferta.


El trayecto desde la Estación de Tren hasta el Hospital que nos servía de referencia para localizar el albergue no fue largo, yo creo que no llegaría a los 15 minutos de coche, pero lo que nos llevó más tiempo fue localizar el propio albergue entre las callejuelas, ya que por mucho que preguntabamos nadie sabia conocer la situación exacta del albergue.


Finalmente lo encontramos, estaba un poco apartado de las calles centricas, pero tampoco demasiado, unos diez minutos andando, asi que esta vez no ibamos a tener demasaido problema para movernos desde el albergue. Como curiosidad deciros que he intentado localizar el albergue en la página donde haciamos las reservas para poner aquí el nombre, ya que no lo tengo apuntado, y parece que ya no esta operativo, porque por lo menos no sale en la página de hihostels.


Teniamos el albergue reservado, la habitación por las dos noches para los dos 150 yuanes, más los correspondientes 100 yuanes de fianza, aunque eso si, en habitación compartida, de ahí que no pudiese sacar una foto del interior de la habitación, ya que en el momento que llegamos había alguien durmiendo en una cama.


El albergue estaba bien, tenia sus zonas de descanso interiores y lo que era mejor, sus zonas de descanso exteriores, aunque lo más seguro es que nosotros no llegasemos a aprovecharlas demasiado.


Una vez instalados en nuestra habitación, compramos un mapa de la ciudad en el propio albergue (5 yuanes) y salimos a visitar uno de los Templos más importantes de la ciudad, el Templo del Alma Escondida, un templo que estaba justo alado de nuestro propio albergue.


La entrada al templo costaba 30 yuanes cada uno, y aunque el tiempo amenazaba lluvía decidimos entrar y pasear un poco por sus jardines arriesgandonos a que nos pillase la lluvia en plena caminata.


Llegamos hasta la parte más alta de los jardines del templo, desde los cuales como veís teniamos una vista privilegiada del pueblo, un pueblo de más de dos millones y medio de habitantes, pero al fin y al cabo un pueblo para ellos.


Como curiosidad contaros que en la parte alta del Templo había una campana en la que los chinos tienen por costumbre dejar una especie de colgante de madera, por el que se paga la voluntad, en el que uno escribe sus deseos, luego se cuelga y se da un golpe de campana.

Así que despues de hacernos las fotos pertinentes, y de dar unas cuantas vueltas por los jardines del templo, decidimos bajar para cercarnos a algún sitio para comer, pero eso ya os lo dejo para mañana, en la tercera parte del relato de este decimoséptimo día de viaje.

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