martes, julio 05, 2011

Viaje a China (16º Día - 1ª Parte)


Era domingo, y nuestro desimosexto día en tierras chinas, pero eso no era motivo para no levantarse temprano como haciamos todos los días, así que eso hicimos.


A las 7:30 de la mañana ya estabamos en pies, nuestros compañeros de habitación se habían levantado más temprano, así que para cuando nosotros nos pusimos en pie ya teniamos la habitación depejada y libre para nosotros.


Lo primero una duchita y acicalarse un poco, por cierto, aunque por la foto puede parecer que las duchas eran cutres y estaban algo descuidadas, tengo que decir que estaban limpias, sin duda eran peores que algunas otras que habiamos visitado, pero estaban bastante mejor que ls últimas que habiamos tenido ocasión de probar, las de Hong Kong.

Entre una cosa y otra eran más o menos las 8:30 de la mañana cuando abandonamos el albergue con la clara intención de visitar la ciudad. El día estaba un poco gris, y en cierta manera amenazaba lluvía, así que sería mejor aprovechar mientrás no caía agua.

Salimos por la calle Gan Jiang Dong Lu, y en Lin Dun Lu giramos a la izquierda, adentrandonos de esa manera en la parte antigua de la ciudad:


Hay un viejo proverbio chino que dice que "En el cielo está el paraíso y en la tierra están Suzhou y Hangzhou", así que nosotros queriamos comprobarlo.


Así que durante un buen rato estuvimos paseando por el casco antiguo de la ciudad, el más tranquilo de todos, y posiblemente el más curioso de contemplar.

Cuando ya llevabamos un rato paseando por las calles y los canales del casco antiguo de la ciudad, decidimos buscar las famosas Pagodas Gemelas, uno de los edificios más famosos y pintorescos de la ciudad.


Encontrarlas no fue fácil, tuvimos que dar varias vueltas por el casco viejo de la ciudad, incluso adentrandonos en callejuelas bastante poco turisticas y en las que se extrañaban mucho al vernos pasar, pero al final, despues de dar unas cuantas vueltas, conseguimos dar con ellas.


Estas singulares Pagodas poseen siete pisos octogonales, de los cuales cada uno de ellos posee cuatro puertas en sus caras rectas, intercalados por grandes celosías. Sus puntiagudos techos de tradicional estilo señalan el final de cada piso que transcurre. Las torres poseen un remate de hierro que conforma casi la cuarta parte de la construcción, y funciona como una antena, que antiguamente otorgaba mas misticismo al templo, dado que estas atraían mas fácilmente los rayos, y de ese modo, otorgaba mas divinidad a las construcciones.


La traducción de sus nombres serían Pagoda de la Beneficencia y Pagoda de la Claridad Concedida y se encuentran una al lado de la otra, con una separación de 20 metros de distancia. Ambas son idénticas, de una suave tonificación amarilla y fueron construidas con madera.

La entrada al recinto nos costó 8 yuanes cada uno, lo que nos permitía adentarnos en sus jardines, visitar sus templos y hacernos alguna foto curiosa como la que aquí os dejo.


La verdad es que el precio por entrar es practicamente simbolico, porque estamos hablando de un euro, así que aunque lo que hay dentro se visita en muy poco tiempo, creo que es una visita que se puede realizar tranquilamente, merece la pena por lo que cuesta.

Así que una vez habiamos ojeado lo que había dentro del recinto, decidimos salir y seguir con nuestra visita a la ciudad. Segumimos andando por una de las callejuelas del casco antiguo, y en apenas 50 metros dimos con otro templo, el Dinghui Temple Lane:


En este caso la entrada era gratuita, pero estaba prohibido hacer fotografias en su interior, lo que quiere decir que no podria mostraros imagenes del interior, pero a estas alturas que os voy a contar.



Disimuladamente, y evitando que nos viesen los monjes que por allí andaban de lado a lado hicimos alguna que otra ftografia, como esta que aqui os he dejado, y cuando ya habiamos curioseado lo sufieciente, decidimos abandonar el templo y ponernos a buscar un sitio donde comer, entre paseos y visitas nos habian dado las 13:15, y los chinos ya habían empezado a comer hacía algún rato:

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