martes, enero 04, 2011

Viaje a China (4º Día - 1ª Parte) - Beijing


Tocaba madrugar, este martes era el día que habíamos elegido para hacer una de las excursiones obligadas en nuestro paso por Beijing, el de la Gran Muralla China, y para ello había que levantarse pronto (6:30 AM).

Como ya os dije en otro articulo anterior, habíamos reservado la excursión en el propio albergue, y entre todas las que se ofrecían habíamos elegido una que costaba 260 yuanes cada uno (unos 30 euros por cabeza) y que incluía la visita a la muralla y luego una comida en un restaurante cercano.

Así que a las 7:15 de la mañana, a la hora que nos habían citado, estábamos preparados en la recepción del albergue donde nos esperaba el chinito que nos había atendido el dia anterior. Nos dijo que era recomendable, aunque no imprescindible, llevar algo de agua, según me explico también podríamos comprarla allí, pero logicamente a un precio más alto. Él venía con nosotros y había decidido llevarse una pequeña botella.


Enseguida nos recogió una pequeña furgoneta que fue pasando por otros albergues recogiendo en cada uno de ellos a alguna persona, incluida la guía del viaje. Poco a poco la furgoneta se fue llenando y para eso de las 8:15 de la mañana ya estábamos abandonando la ciudad con todo el pasaje embarcado: el conductor, la guía, una pareja (chico-chica) australianos, una chica alemana, un chico alemán, el chinito de la recepción y nosotros dos.

Durante el trayecto la guía nos fue dando algunas indicaciones sobre la distancia a la que estaba la zona de la Muralla a la que íbamos (unos 70 kilómetros) así como diferentes datos históricos sobre la propia muralla, pero claro, dichas indicaciones eran en inglés, así que aunque algo entendía, la verdad es que no conseguía quedarme con todos los datos.


Poco después de las 9:30 de la mañana llegamos a la zona de la Muralla que íbamos a visitar, la zona de Mutianyu, y digo esto porque en realidad son muchas las zonas de acceso a la Muralla preparadas para los turistas, y dependiendo de la excursión que contratemos nos llevaran a una u otra.

La excursión que habíamos contratado incluía la entrada a la Gran Muralla, pero para acceder a la Muralla teníamos dos opciones, podiamos subir andando (gratís) o utilizar un telesilla que nos subía comodamente ahorrandonos los casi 45 minutos de trayecto a pie hasta la parte de arriba.


Como os podeís imaginar decidimos pagar los 65 yuanes (7 u 8 euros por cabeza) que costaba el billete para subir cómodamente en telesilla. Otra cosa sería bajar, pero esa otra aventura llegaría más tarde.


Una vez arriba teníamos casi cuatro horas para realizar por libre nuestra visita a la Gran Muralla, una de las grandes joyas arquitectónicas mundiales considerada una de las Ocho Grandes Maravillas del Mundo. Y os aseguro que caminar por semejante construcción viendo a lo lejos como avanza entre el paisaje impresiona y mucho.


Al principio, a primera hora de la mañana, hacía algo de frió, pero enseguida salió el sol, y además, andar de arriba a abajo por las fuertes pendientes que tiene la muralla hacia entrar en calor a cualquiera en pocos minutos. Así que a eso de las once y media de la mañana, después de estar caminando casi dos horas seguidas, decidimos hacer un alto en el camino.


Habíamos llegado a una zona de descanso con una especie de mirador, en el que se encontraba esta placa conmemorativa junto a la cual decidimos hacernos una foto.


Un buen sitio para descansar, almorzar algo de jamón ibérico que Seve se había traído de casa y recuperar algunas fuerzas para seguir nuestra caminata por la gran muralla.

Habíamos quedado a la una y media del mediodía con el resto del grupo en un restaurante que había cerca de donde habiamos cogido el telesilla, así que después de almorzar decidimos volver poco a poco paseando por la muralla hasta el punto por el que nuevamente bajariamos a la zona de acceso.

Pero fue al llegar a este punto donde nos llevamos otra de las sorpresas de la mañana. Subir se subía en telesilla, pero bajar se bajaba en una especie de carrito con el que te tirabas por un tobogán.


No salíamos de nuestro asombro, y aunque hay que reconcoer que al principio nos daba cierto miedo lanzarnos cuesta abajo montados en uno de aquellos carritos, al final nos armamos de valor y nos acercamos a coger nuestro correspondiente transporte:


Y he aquí el resultado, puede parecer peligroso, pero os aseguro que fue divertido:

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