martes, enero 11, 2011

Viaje a China (4º Día - 2ª Parte) - Beijing


Como ya os comenté en el articulo anterior, habíamos quedado con el resto del grupo a eso de las 13:30 en un restaurante que había en la parte de abajo de la muralla, en la zona de acceso, una zona en la que también había una especie de mercadillo en el que se podían comprar todo tipo de souvenirs y recuerdos de la zona.


Como teníamos algo de tiempo estuvimos curioseando y paseando un poco por la zona, aunque ninguno de los dos se decidió a comprar nada, ya habría tiempo de ello. Como os digo no llegamos prácticamente ni a regatear el precio de nada en concreto, pero por experiencia os puedo decir que cualquier tipo de recuerdo de la muralla se puede encontrar más barato en el propio Beijing.

Como ejemplo deciros que hicimos un par de consultas, y por una cazadora North Face nos pedían 780 yuanes, y por un libro de Mao como el que yo había comprado el dia anterior por 8 yuanes, nos pedían 150 yuanes.


Fuimos los primeros en llegar al restaurante, aunque la verdad es que no hubo que esperar demasiado al resto de los integrantes del grupo, así que para las 13:45 más o menos ya estábamos empezando a comer.


Uno de los mayores problemas, como veis en la foto, era acostumbrarse a comer con palillos, porque de cubiertos nada de nada, así que durante los primeros minutos fuimos un poco el centro de atención del resto de la mesa, bastante más acostumbrados a utilizar este tipo de utensilios que nosotros.

Al principio tenía que hacer auténticos malabares para poder llevarme un trozo de comida a la boca, pero poco a poco fui cogiéndole el truquillo.


La comida estaba incluida en lo que habíamos pagado por la excursión, y aunque no es que fuese ninguna maravilla, era una buena opción para probar comida típica de la tierra, aunque algunos de los platos que nos sirvieron no fuesen especialmente atractivos.

No se si sería por esto o porque la gente tenía mucha hambre, pero la verdad es que comimos muy rápido, porque poco después de las 14:30 ya estábamos abandonando el restaurante y montando en la furgoneta para volver a la ciudad.


El viaje de vuelta duro casi dos horas, tiempo que la mayoría de la gente aprovechó para echar una cabezadita en la furgoneta. Y a eso de las 16:30 llegamos por fin al albergue con la clara intención de descansar un poco.

Había que cerrar varios temas, como por ejemplo como viajar desde Xi'an (nuestro próximo destino) a Shanghai, o donde alojarnos en la propia Xi'an, así que dedicamos buena parte de la tarde a salsear en Internet e ir atando este tipo de detalles.


Creo recordar que ya lo comenté con anterioridad, pero si no lo repito, en el albergue había ordenadores con conexión a Internet totalmente gratis. En una de las salas de televisión, lugar al que pertenece la foto, había dos ordenadores, y en la sala de escritura junto al bar otros dos, así que lo normal era encontrar algún ordenador libre que poder utilizar.

Durante algo más de una hora estuve salseando en la red, utilizando la página de hihostels para hacer la reserva en el albergue de Xi'an, al final en el Xi'an Qixian (7 sages) nos costaba la habitación privada con baño para dos personas durante dos noches, 300 yuanes en total, es decir, 150 yuanes cada uno, unos 18 euros por cabeza.

Y la página de elong para sacar el billete de avión de Xi'an a Shanghai, otra opción más económica era el tren, pero claro, eso implicaba perder un día entero de viaje, porque eran más de mil doscientos kilómetros de distancia entre las dos ciudades.

Así que después de mirar un rato decidimos sacar billete de avión, encontramos un vuelo por 500 yuanes cada uno (unos 58 euros), así que no nos lo pensamos dos veces, hicimos la reserva y dejamos atados esos dos temas, el alojamiento en Xi'an y el transporte hasta Shanghai.


Con los deberes hechos tocaba descansar un poco y relajarse cervecita en mano, que para eso estábamos de vacaciones.

Para poco después salir a la calle a buscar un sitio donde cenar, ya que entre una cosa y otra se nos había pasado la tarde.

Por seguir un poco con la dieta oriental que habíamos comenzado al mediodía decidimos lanzarnos y cenar en un restaurante que había a pocos metros del albergue. El restaurante tenía dos plantas, en el piso de arriba estaba el restaurante propiamente dicho, más elegante y con platos a la carta, y en la parte de abajo tenía otro local menos formal en el que servían también otro tipo de platos aparentemente más económicos, un poco en plan local de comida rápida.

Decidimos entrar en el local de la parte baja y comenzar la dura tarea de entenderse con el camarero, en este caso camarera, algo que os aseguro no es tarea fácil. Afortunadamente la encargada sabía algo de inglés, así que con su colaboración, las fotos de la carta y algún que otro problemilla conseguimos hacer nuestro pedido. Pero llegaba el segundo problema, una vez hecho el pedido te daban un ticket y tenías que esperar a que fuesen saliendo tus platos. Según salían el camarero gritaba el nombre del plato y tu te acercabas a recogerlo, pero: ¿Como podíamos hacer nosotros para enterarnos de que estaba nuestro plato si ni si quiera sabíamos muy bien que habíamos pedido?.

Supongo que la encargada, viendo mi cara de asombro, o quizás angustia, se apiadó de nosotros y amablemente me dijo que me sentase que ella se encargaría de llevarme la comida una vez estuviese preparada, Y menos mal, porque de no ser por eso estaríamos allí todavía esperando.


Así que nos sentamos en nuestra mesita a esperar la comida, y en pocos minutos, la amable encargada, con la que decidí hacerme una foto, nos trajo los platos que habíamos pedido.


Yo había pedido unos tallarines con una especie de bolognesa (8 yuanes el plato) y Seve unos tallarines con carne y huevo (12 yuanes el plato mediano). Tengo que reconocer que el plato que yo había pedido picaba de lo lindo, y los que me conocéis ya sabéis lo que me gusta a mi la comida picante, así que para que yo diga que picaba os podeís imaginar como lo hacía, pero estaba bastante bueno, de hecho yo me lo comí enterito, en cambio el plato de Seve tenía un olor y una pinta algo más rara, por no decir asquerosa, así que decidió dejarlo allí y no comérselo.

El resto de la comida, para que tengáis más datos de los precios, estaba compuesto por una cerveza de 600 ml. (allí las sirven de ese tamaño), 5 yuanes, y una naranjada para Seve que costó 4 yuanes.

Así que aunque la verdad es que Seve dejó el plato entero casi sin tocar, se puede decir que cenamos por menos de 30 yuanes (unos tres euros y medio).

Después de esto decidimos darnos una vuelta curioseando por los puestos de venta callejera que se montan en la calle principal que lleva al albergue, momento que Seve aprovechó para comprar algo de fruta que comer, ya que a él la cena no le había quitado mucho el hambre.


Vuelta al albergue, cervecita y fruta en el Bar del propio albergue, y a eso de las 23:30 a la cama a descansar, que el día había sido largo y duro.

Por cierto, tengo que decir que revisando ahora al final como me ha quedado el articulo me da la sensación de que el resultado ha sido el articulo más gastronómico de los publicados hasta la fecha.

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