martes, febrero 16, 2010

Viaje a la Bretaña Francesa - 7º Día

Como recordareis (pinchar aquí) nos habíamos quedado haciendo noche en St. Nazaire, y os puedo asegurar que la nochecita fue de lo más movida en cuanto a viento y lluvia se refiere.


Como os he ido relatando a lo largo del resto de artículos, durante todo el viaje estuvimos acompañados de la lluvia y el mal tiempo, pero lo de esa noche fue brutal.
La autocaravana no paro de moverse en toda la noche azotada por el viento, llegando incluso en algún momento que otro, y os aseguro que no exagero, a parecer incluso que se movía.
A esto hay que sumar el ruido ensordecedor que producía la lluvia al caer sobre el techo del vehiculo, obteniendo como resultado una nochecita de lo más agradable que no invitaba para nada a salir a visitar el pueblo donde nos encontrábamos.

Nuestra idea era visitar un poco la localidad de St. Nazaire al dia siguiente, pero esto tambien fue imposible.
Nos levantamos pronto, ya que en realidad creo que ninguno de los dos habíamos podido dormir mucho tiempo seguido debido a lo que ya os he contado (el ruido y el movimiento), pero la climatología no había mejorado en nada, es más, se podría decir que incluso había empeorado.
Soplaba el viento de una manera brutal y la lluvia no paraba de caer en ningún momento, así que decidimos coger rumbo a La Rochelle dando por perdida la visita a St. Nazaire.


Una de las cosas que nos había quedado pendiente en La Rochelle era la visita a Fort Boyard, una fortificación situada en el océano Atlántico frente a la costa de la ciudad de La Rochelle, que fue construida en el siglo XVII para protegerse de los ataques de la marina inglesa junto con las demás fortificaciones que a lo largo del estuario del Charente conforman el Arsenal Marítimo de Rochefort.

Pero al llegar a La Rochelle el tiempo era verdaderamente desagradable. Por un momento nos armamos de valor y decidimos salir a dar una vuelta y así poder informarnos de a que hora salían las excursiones a Fort Boyard, pero fue entonces, cuando nos encontrábamos en la zona más alejada del puerto, cuando empezó a caer lo que podríamos describir como el diluvio universal.


Allí estábamos nosotros, sin ningún sitio donde resguardarnos aguantando todo lo que nos estaba cayendo encima. Frio, agua y viento que consiguieron, muy a nuestro pesar, que decidiésemos tomar rumbo al sur emprendiendo nuestro viaje de regreso 24 horas antes de lo previsto.

Volvimos a la caravana como pudimos, nos cambiamos de ropa y tras pensarlo un poco, ya os digo que no mucho, tomamos la decisión de emprender el viaje de regreso.
Habíamos luchado contra la mala climatología durante los 6 días anteriores, habíamos soportado la lluvia, aguantado el frió y luchado contra el viento, pero lo que nos estaba cayendo ese último día era verdaderamente brutal, no se podía hacer nada ante eso, así que visto lo visto decidimos que ya habíamos aprovechado todo lo que habíamos podido.

No recuerdo muy bien a que hora emprendimos el viaje, pero lo que si recuerdo es que sobre las tres de la tarde aproximadamente estábamos comiendo en un McDonalds de Burdeos.

Lo habíamos pasado bien, habíamos visto sitios increíbles, pero aunque en realidad nos quedaba aún una noche más de autocaravana decidimos que estando como estábamos a tan solo 300 kilómetros de casa era una tontería alargar por alargar nuestra estancia en tierras francesas, cuando a ambos lo que nos apetecía ya era estar en casa calentitos y bien resguardados de la lluvia.

Así que a eso de las 19:30 de la tarde más o menos estábamos aparcando la caravana en Astigarraga dando por finalizado nuestro frío periplo por la Bretaña Francesa.

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