martes, enero 12, 2010

Viaje a la Bretaña Francesa - 4º Día

En el anterior articulo (pinchar aquí) nos habíamos quedado en nuestro cuarto día de viaje saliendo del Castillo de Saint Michel en dirección a Saint Maló, a unos 50 kilómetros de distancia.


Serían más o menos las 12 de la mañana cuando llegábamos a esta pequeña población costera de la Bretaña francesa de unos 53.000 habitantes.
Saint Maló es conocida por su ciudad cercada y por su relación con el mar llegando a ser una de las ciudades más visitadas de Bretaña con casi 200000 turistas en verano. Su centro histórico tiene la particularidad de estar amurallado completamente en forma circular, con una construcción que data del siglo XIII.


Conseguimos aparcar en la zona de Intermuros, zona que se encuentra al otro lado del puerto, a poco más de 5 minutos andando del centro historico (lo que se ve en el fondo derecho de la foto) y con un amplio parking gratuito en el que no tuvimos problemas para meter la autocaravana.


Desgraciadamente el mal tiempo y la lluvia seguía acompañándonos, así que aunque sea raro en mi, decidimos salir a visitar el pueblo armados de buen abrigo y de un buen paraguas (por si volvía a caer agua).


Durante el principio de nuestra visita a la villa la climatología nos respetó, y aunque hacía mucho viento y bastante frío, como se aprecia en la cara de Luisma, decidimos pasearnos por el centro histórico de la ciudad mientrás la tregua que la lluvia nos había dado nos lo permitiese.


Conseguimos atravesar el pueblo, el cual tengo que admitir es de los más bonitos que vimos, hasta llegar al otro extremo, donde pudimos contemplar las fortificaciones y piscinas naturales que tiene su costa.

Pero fue entonces cuando la lluvia decidió volver a convertirse en protagonista de nuestro viaje. Afortunadamente había cogido el paraguas, así que en parte pudimos volver a la autocaravana protegiendonos del agua, y digo en parte porque era tal el viento que soplaba que al final uno acaba calado hasta los hueso aunque llevase paraguas debido a la lluvia que atacaba lateralmente.


Ya en la autocaravana, para recuperarnos del frío y la humedad que teníamos encima decidimos prepararnos unas buenas lentejas calientes que nos permitiesen recuperar fuerzas y entrar de nuevo en calor.

No habíamos tenido mucho tiempo para visitar Saint Maló, pero teniendo en cuenta que se nos echaba encima la tarde-noche y que no dejaba de llover, decidimos continuar nuestro viaje hacia Saint Brieuc. Eran las 14:00 cuando nos poníamos en carretera.

Tras recorrer los 65 kilómetros de distancia que separan ambos pueblos llegamos a Saint Brieuc a las 15:30 más o menos. Aparcar no fue facil, pero al final encontramos un hueco donde meter la autocaravana en una centrica plaza en la que había una Iglesia.


Nos dimos una vuelta por el centro histórico de la ciudad y decidimos pasar por la Oficina de Turismo (la que veis en la foto) para hacer una consulta sobre los pueblos que visitar por la zona. Pero sinceramente, tal y como ha pasado en casi todas las oficinas de turismo de la zona en las que preguntamos, no nos pudieron ayudar demasiado, la chica que allí atendía nos decía que todo era bonito, así que no nos podía recomendar ningún sitio en concreto, alucinante pero cierto, hacer la carrera de turismo para eso.

Así que decidimos hacer una visita rápida al pueblo, luego aprovechamos para hacer algo de compra en un centro comercial que pillamos allí mismo y luego, a eso de las 18:30, continuamos nuestro viaje en dirección a Paimpol, a unos 45 kilómetros de distancia.

Eran las 19:30 cuando llegábamos a esta pequeña población costera. Como os podeís imaginar ya era completamente de noche, a lo que hay que sumar que no paraba de llover, con lo cual las posibilidades de visitar el pueblo en aquellas condiciones eran bastante escasas.


Primero nos dimos una vuelta con la autocaravana por los diferentes parkings habilitados para aparcar y finalmente decidimos quedarnos en uno que había cerca del puerto en el que ya había aparcadas otras tres caravanas, por eso de que siempre tiene uno más seguridad habiendo más gente cerca.

Una vez instalados aprovechamos una pequeña tregua que decidió darnos la lluvia para salir a pasear un poco por el pueblo. Eso sí, dada la hora que era, la época del año en la que nos encontrábamos y el mal tiempo que nos acompañaba, como os podeís imaginar el pueblo estaba completamente desierto.


Nos dimos una vuelta por la zona del puerto, curioseamos un poco por los diferentes embarcaciones que había en venta y acabamos volviendo a la caravana a cenar a eso de las 21:00.

Ya solo nos quedaba descansar y esperar que al dia siguiente no cayese tanta agua como la que nos había caído en esa jornada.

No hay comentarios: