Como recordareis nos habíamos quedado en el anterior articulo, el del tercer día de viaje, en el traslado entre Rennes y Mont Saint Michel, pinchar aquí para volver al articulo anterior.
Tengo que reconocer que hasta el momento en que decidimos emprender el viaje por estar tierras y comencé a recopilar un poco de información yo no había oído hablar nunca de este sitio, las cosas como son. Incultura o casualidad, no vamos a entrar en eso ahora, pero resulta que se trata de un monumento histórico declarado por la UNESCO en 1979 como patrimonio de la humanidad que se encuentra a algo menos de 1000 kilómetros de mi lugar de residencia, San Sebastian, y que nunca había visitado.
El Monte Saint Michel, o Mont Saint Michel en francés, es el tercer monumento religioso más visitado de Francia, con más de 3 millones de visitantes al año, y tan solo superado por Notre Damme y el Sagrado Corazón.
Esta situado en una pequeña isla en la región de la Baja Normandía, y unida al continente por una estrecha carretera que antiguamente quedaba sumergida bajo el agua cuando subía la marea.
Justo en el centro de la isla se levanta una abadía que rinde culto al arcángel Saint Michel.
Bueno, pues continuando con la crónica de nuestro viaje os diré que serían las 21:00 más o menos, cuando después de conducir por unas carreteras secundarias con bastantes curvas por las que había decidido llevarnos el GPS que Ivan nos había prestado, nos encontramos con esta espectacular imagen ante nuestros ojos:
Se trataba de ese lugar el que tanto habíamos leído y oido hablar cuando comenzamos a planear nuestro viaje. Ya las fotos que habíamos visto en la red nos habían permitido hacernos una idea de lo que nos ibamos a encontrar, pero verlo alli delante nuestro, iluminado con la decoración navideña destacando en la oscuridad de la noche era verdaderamente espectacular.
Decidimos darnos una vuelta por el pueblo, afortunadamente no llovía, y aunque hacía frió y todo estaba muy oscuro hay que reconocer que entrar en el pueblo con aquella decoración era como entrar en un cuento de hadas.
Nos dimos un paseo y llegamos incluso a subir hasta la puerta de la abadia, desde donde las vistas del pueblo eran muy bonitas y espectaculares, ya que como os podeís imaginar, más allá de lo que estaba iluminado no se veía nada de nada. Así que decidimos bajar a cenar a la autocaravana.
Fue entonces cuando nos surgió una duda, tanto Luisma como Yo habíamos leído y habíamos oído que cuando subía la marea la carretera quedaba sumergida bajo el agua, por eso había que estar muy pendiente de las mareas cuando uno dejaba el coche en alguno de los aparcamientos que había junto a la entrada del pueblo. Desde luego quedarse a dormir allí mismo, en la falta del monte y bajo la majestuosa imagen de Mont Saint Michel era tentador, ¿Pero que pasaría si subía la marea?.
Después de observar un poco las otras tres caravanas, de matricula francesa, que allí estaban estacionadas, alguna de ellas con calzos y todo, llegamos a la conclusión de que aquella gente seguro que sabía lo que hacía, muy posiblemente aquella carretera quedaba por encima del nivel del mar cuando el agua subiese, así que decidimos hacer noche allí mismo, a las faldas del monte.
Eran las 8 de la mañana y ya estábamos levantados, aunque eso sí, os puedo asegurar que me desperté un par de veces a lo largo de la noche para echar un vistazo por la ventana y vigilar el nivel del mar.
Por cierto, otra cosa que os tengo que decir es que desayunar a pie de carretera, con un frio escandaloso pero con un café calentito en las manos y estas vistas delante es una sensación de lo más placentera y relajante.
Volvimos a entrar al pueblo tal y como habíamos hecho la noche anterior y poco a poco fuimos subiendo hasta la Abadía. Una vez arriba tuvimos que esperar unos minutos, habíamos subido demasiado pronto y la apertura al público es a las 9:30 de la mañana.
En cuanto dio la hora se abrieron las puertas, y tras pagar los 8,5 € por persona que cuesta la visita, accedimos a la grandiosa Abadia de Saint Michel. Primero se accede a los patios exteriores, desde donde hay unas vistas impresionantes:
Para luego pasar a visitar los innumerables salones y pasillo que este grasdioso castillo contiene en su interior:
Aunque ya sé que lo he dicho varias veces a lo largo del articulo tengo que volver a repetirlo, se trata de uno de los sitios más bonitos que yo he visitado en mi vida, incluso, y que me perdonen los granadinos, superando a la belleza que tiene La Alhambra, o por lo menos los recuerdos que yo tengo de cuando la visité hace ya casi diez años.
Estuvimos casi hora y media visitando el castillo y el pueblo, y a eso de las 11:00 de la mañana, después de haber cogido un plano de la zona en la oficina de turismo que hay justo a la entrada del pueblo decidimos continuar nuestro viaje hacía nuestro próximo destino, Saint Malo, a unos 50 kilómetros de distancia, pero eso lo dejo ya para la crónica del próximo martes.
1 comentario:
.-IGNIGO: Bueno, las fotos que nos ofreces son preciosas.
.-La sensación de tomar algo caliente en ese ambiente y con ese paisaje, seguro que es única por lo sencilla y bella, creo yo.
.-En cuanto a lo de haber oido hablar antes del Mont Saint-Michel, pues sí, lo conocía y había visto fotos de él, ya que de pequeño estudié francés y en los libros había capítulos que hacían referencia a la región de la Normandía y sus encantos como éste que nos mencionas tú ahora en tu post.
.-Saludos.
Publicar un comentario