Articulo anterior: Viaje a China (7º Día - 2ª Parte) - Xi'an
Nos habíamos quedado saliendo del Barrio Musulman de Xi'an, como ya os dije, sin ninguna duda, uno de los barrios más interesantes y llamativos que pude visitar en mi viaje al país asiático.
Se nos había pasado la mañana y se nos estaba echando encima la hora de comer, pero decidimos seguir nuestro plan de visita y acercarnos a la Small Wild One Goose Pagoda antes de sentarnos a comer.
Cuando llegamos allí, después de una buena caminata de más de treinta o cuarenta minutos, nos encontramos con el Xi'am Museum, una especie de parque en cuyo interior se encontraba la Pagoda que habiamos decidido visitar.
Para entrar en el Museo había que sacar entrada, y aunque no entendíamos muy bien cual era el precio, ni lo que había en el interior, ya que los carteles estaban en chino y no había mucha información en inglés, decidimos plantarnos en la cola.
Afortunadamente en pocos minutos, un amable chino que estaba allí también haciendo cola, nos explicó con signos, ya que no hablaba ni una palabra de inglés, que presentando el pasaporte y demostrando que eramos turistas, la entrada era gratuita.
Así que después de hacer una cola de poco más de cinco o diez minutos, y lo que es mejor, sin soltar un solo yuan, conseguimos entrar en el recinto del Museo.
Nos dimos una vuelta por el parque, disfrutamos del paisaje, nos sacamos algunas fotos y poco a poco nos fuimos acercando a la gran atracción del Museo, la Small Wild One Goose Pagoda.
Por la información que he podido recoger en la red os puedo comentar que esta Pagoda esta construida en el año 652 y restaurada en el año 704, mide 45 metros y cuenta con quince niveles.
Sin ninguna duda creo que es uno de los lugares que hay que visitar de la ciudad, merece la pena acercarse a pasear un poco por los jardines del Museo y apreciar al altura de la torre.
Cuando ya habíamos visitado y fotografiado todo lo que consideramos interesante del Xi'am Museum decidimos salir, tomar South Avenue y dirigirnos a los centros comerciales cercanos a la Torre de la Campana.
Os aseguro que fue otra buena caminata hasta llegar al centro de la ciudad, y entre una cosa y otra nos dieron las 16:30, así que decidimos entrar a reponer fuerzas en el primer sitio que vimos, un Pizza Hut, quizás poco exótico pero había hambre y no era plan de seguir buscando.
Aquí nos pasó otra anécdota que me parece interesante contar para que veáis lo difícil que puede llegar a hacerse entender.
Pedimos un par de platos de pasta para comer (Spaguetti Bolognesa) y una pizza para los dos. Yo para beber me pedí una cerveza, y Seve quería una botella de agua, pero fue ahí donde comenzaron nuestros problemas.
En la carta que nos habían dado para pedir nuestra comida y bebida no aparecía el agua por ningún lado, yo pensé que Water lo entenderían a la primera, pero nada de nada, la camarera nos miraba con cara de asombro y acabó llamando a una compañera para que le echase una mano.
La compañera seguía sin entendernos,a sí que decidí recurrir al Diccionario de Chino para enseñarles primero la palabra botella y luego la palabra agua en sus caracteres, pero nada de nada, seguían sin entender,a sí que llamaron a al encargada.
Justo a nuestra derecha había una ventana, y en el exterior una chinita vendiendo bolsos con una botella de agua junto a sus pies, así que decidimos señalar la botellita, para ver si así nos entendían, pero nada de nada.
Al final entre las tres, no sé ni como, parecieron entendernos, y al rato se acerco una de las camareras con la taza que veis en la foto llena de agua, pero claro, agua del grifo, algo que sinceramente nos daba algo de reparo beber por si las moscas.
En menos de cinco minutos se acercó otra de las camareras pidiéndonos perdón por la confusión y trayendo en sus manos otras dos tazas de agua, y al rato la encargada volvió a pasar para pedirnos nuevamente perdón y preguntarnos si todo estaba correcto.
Como veis esto demuestra lo serviciales y correctos que quieren ser con el cliente, pero también demuestra lo mucho que puede complicarse una tarea tan fácil como pedir un botellín de agua. Precio total de la comida, 124,5 yuanes (algo así como 15 euros), que además pudimos pagar con la VISA (unod elos pocos sitios donde pudimos hacerlo).
Una vez habíamos repuesto fuerzas nos volvimos andando hacia el albergue, eso sí, tomándonos un cafecito que compramos en un Starbucks de camino (55 yuanes los dos cafés, unos 7 euros).
Ya en el albergue aprovechamos para descansar en la terraza del bar de la caminata que nos habíamos pegado a lo largo del día, nos tomamos un par de cervezas cada uno (5 yuanes cada una) e hicimos la reserva del albergue de Shanghai a través de la red.
Fueron un par de horas relajadas en las que nos tomamos algunas cervecitas, charlamos un rato y recuperamos fuerzas para salir de nuevo de paseo, tocaba una nueva visita a la zona del mercadillo.
Estábamos cansados y habíamos comido tarde, así que ninguno de los dos teníamos mucha hambre, decidimos comprarnos unas castañas (10 yuanes) en un puesto callejero para matar el hambre mientras paseábamos y darnos una vuelta tranquila por la zona.
Entre una cosa y otra nos dieron las once de la noche, el día había sido largo y duro, porque la verdad es que anduvimos unos cuantos kilómetros, así que nada más llegar al albergue decidimos echaros a dormir sin ni si quiera pasarnos por el bar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario