Articulo anterior: Viaje a Noruega - 3º Día (2ª Parte)
Estabamos de nuevo en el Camping del Preikestolen, como ya os conté antes de comenzar a subir, uno de los problemas que teniamos era lo ajustados que andabamos de tiempo, pero la verdad es que habiamos conseguido subir y bajar antes de los previsto.
Aprovechamos para reponer algo de fuerzas comprando un par de refrescos y una chocolatina en la tienda que había en el parking (76 coronas), que por cierto pagamos con el dinero que Luisma había cambiado en la recepción del Camping nada más llegar (por 50 € le habian dado 363,25 coronas, cobrandole 25 coronas de comisión).
Ya que aún faltaba bastante tiempo para que saliese el autobus que nos llevaría de vuelta al Ferry, decidimos preguntar al conductor del autobus de otra compañía que había en el parking. Por 150 coronas podiamos bajar los dos en aquel autobus que iba a salir en apenas 5 minutos, así que decidimos montarnos y pagar, por un lado ahorrabamos tiempo, ya que faltaba más de una hora para que saliese el autobus que teniamos previsto coger, y por otro lado ahorrabamos dinero, ya que habiamos dejado pendiente de pago el viaje de ida y vuelta, es decir, 240 coronas.
Una vez en el puerto cogimos el Ferry a Stavanger de las 14:15 (86 coronas los dos) y que nos dejo en el puerto a las 15:00. Habamos conseguido ganar un tiempo precioso que nos iba a permitir incluso pasarnos por el Burger King a comer (245 coronas los dos menus), algo que ni nos habiamos planteado antes de comenzar a subir el Preikestolen.
Por cierto, no tengo foto para mostraros, pero una cosa que nos llamó enormemente la atención era la gran cantidad de gorrones que habia en la plaza junto al Burger King, y si, he dicho gorrones.
Como ya os he comentado en algún otro articulo, una de las ventajas que tenían los Burger King y los McDonalds era la posibilidad de utilizar el servicio de WiFi gratuito para curiosear en internet o descargarse el correo en el movil, algo que como nosotros sabía mucha gente.
Y en aquel lugar en concreto era muy curioso ver como en los bancos de la plaza que había delante del establecimiento se agolpaba un montón de gente, practiamente todos extranjeros (sudamericanos, moros, etc) con sus portatiles, que de manera escandalosa se aprovechaban del servicio gratuito del local sin consumir nada de nada.
Una vez habiamos repuesto fuerzas, volvimos al puerto, ya solo quedaba esperar que llegase nuestro Ferry, el cual salia a las 16:45, no a las 16:30 como pensabamos en un primer momento.
Habiamos tenido suerte, durante toda la mañana el cielo había estado nublado y amenazando lluvia en cualquier momento, pero nos habiamos librado en nuestra excursión al Preikestolen.
Pero fue subirnos al Ferry y comenzar a llover, nos habiamos librado por pocas horas, y como ya os dije en su momento, no quiero ni pensar que hubiese sido realizar aquella caminata bajo el agua de la lluvía.
Teniamos por delante casi cinco horas de viaje en la que habría que entretenerse tirando de internet, recordar que en el barco hay servicio gratuito de WiFi, y disfrutando de las vistas de los pubelos en los que el Ferry iba haciendo sus paradas.
Por fin, a las 21:30, llegabamos a nuestro destino, la ciudad de Bergen. Nuestra primera opción fue pasarnos por un supermercado, auqnue a esas horas ya no solo nos quedaban abiertos los SevenEleven, y comprar algo que cocinar en el albergue, pero no había ni pan, ni pasta, ni nada de nada, asi que lo único que teniamos disponible eran algunas pizzas congeladas (47 coronas cada una, algo más de siete euros), así que decidimos descartar esta opción ya que desconociamos si tendriamos horno o no en el albergue.
Decidimos pasarnos por una Pizzeria que había en una de las plazas principales de la ciudad, por cierto, que nos engañe la foto, que esta sacada al dia siguiente. Para cuando llegamos a la pizzeria ya eran las 21:40 de la noche, y ya estaba bastante oscuro. Nos dijeron que cerraban a las 22:00, pero que bueno, que nos darian de cenar si lo haciamos rapidito.
A esas horas no nos ibamos a poner a buscar otro local, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría cerrarian a ala misma hora, asi que decidimos aceptar e hicimos nuestro pedido. Como os podeís imaginar, lo primero que yo pedí fue una buena cerveza con la que recuperar algo las fuerzas después de un día intenso.
Ya antes de entrar sabiamos que la cena no iba a salir barata, pero bueno, tampoco nos ibamos a quedar sin comer. La cerveza de la foto, la pizza que veís sobre estas lineas y una cocacola nos costaron 389 coronas, unos 56 euros, pero las cosas como son, nos quedamos bien agusto.
Una vez habiamos cenado, nos fuimos a una de las calles principales de la ciudad, a escasos cien metros del local donde habiamos cenado, y cogimos el autobus 31 que nos llevaría a la zona en la que estaba el albergue que teniamos reservado. El autobus nos costó 25 coronas cada uno, y en poco más de quince minutos llegamos a la parada en la que el conductor nos indicó debiamos bajarnos.
No habian dado las once de la noche cuando llegabamos al Albergue Montana, el precio de la habitación compartida, 550 coronas más 140 de las sabanas, en total 690 coronas, unos 90 euros.
Eso si, nada más llegar al albergue, en la misma entrada, un chico joven que nos escuchó hablar en castellano nos saludó. Era un camionero de Castellón que nos estuvo contando como había llegado allí a trabajar en le Servicio de Mantenimiento de un Hotel. Empujado por la falta de trabajo en España había decidido irse allí a trabajar hacía algunos meses, y casi sin saber nada de inglés, y mucho menos noruego, había conseguido un puesto de mantenimiento en un Hotel, cobrando un sueldo mucho más alto del que cobraba en España pegandose autenticas panzadas con el camión y con unos vuelos regulares a bajo precio que le permitian escaparse a Castellón de vez en cuando a ver a la familia.
Al llegar a nuestra habitación nos encontramos una autentica selva. La habitación era compartida, y aunque en la foto no se ve, la compartiamos con dos chicos orientales que tenían toda la ropa esparcida por la habitación como si de una leonera se tratase.
Dejamos nuestras maletas y Luisma les pidió amablemente en inglés que ordenasen un poco todo aquello, así que salimos de la habitación y nos fuimos a tomar un refresco al Hall del albergue. Cada lata en la maquina eran 20 coronas.
Por fin a las 23:30 volvimos a la habitación, la cual habian ordenado y adecentado un poco los dos chicos, a descansar despues de un largo e intenso día en el Preikestolen.
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