Hoy no voy a hablar de ningún viaje en especial, si no de una de las características que tiene mi profesión, los Viajes Cortos o Relámpago que uno tiene que hacer de vez en cuando para realizar algún trabajo.
Una de las ventajas o inconvenientes, según como se miré, que tiene la profesión a la que me dedico es que muchas veces el trabajo que hay que realizar no se encuentra en la ciudad en la que uno reside, con lo cual hay que viajar a otras ciudades, algunas veces para pasar un par de días, pero en otras ocasiones el desplazamiento se limita a llegar, trabajar y volver.
Ciudades como Bilbao, Pamplona o Vitoria, son destinos que podríamos considerar muy cercanos (una media de 100 km. desde Donostia) y habituales en nuestro trabajo, pero en muchas otras ocasiones se realizan viajes a Gijón, Oviedo, Zaragoza o Santander, como este sábado, que ya comienzan a estar algo más lejos (entre 250 y 300 kilómetros).
Lo bonito de esto es que se conocen muchos sitios y ciudades diferentes, aunque también es verdad que en muchas ocasiones a penas tenemos tiempo de ver nada, justo el sitio donde desarrollamos nuestro trabajo y poco más.
Lo malo, que en ocasiones las jornadas de trabajo se alargan en exceso debido al tiempo que se pierde en los desplazamientos.
Se puede decir que prácticamente me he recorrido toda la península por mi trabajo, me sería difícil decir algún punto al que no he acudido a trabajar en algún momento, la verdad es que ahora mismo solo se me ocurre Las Islas Canarias, porque de lo demás creo que he tocado todo.
Pero en algunas ocasiones los desplazamientos han sido verdaderamente viajes relámpago en toda regla, por ejemplo el trayecto San Sebastian - Madrid - San Sebastian lo he hecho en más de una ocasión en el día, salir a la mañana, comer en la capital y volver a la tarde para cenar en casa, y no me refiero a viajar en avión precisamente, y estamos hablando de unos 900 kilometros.
Pero si hay un viaje de este tipo que siempre me viene a la cabeza cuando hablo de este tipo de desplazamientos es uno que realicé a Paris hace ya uno 8 años en compañía de Alberto para grabar una entrevista al escultor colombiano Fernando Botero.
La entrevista que íbamos a realizar formaba parte de un documental de Canal Plus sobre diferentes artistas iberoamericanos y para realizar aquella grabación recuerdo que salimos un domingo a la noche desde Hendaya en tren, llegamos a primera hora de la mañana a la capital francesa, cogimos un taxi que nos llevo al estudio del famoso escultor y realizamos la entrevista, nos volvimos en taxi a la estación, comimos algo y nos subimos en el TGV que nos dejó de nuevo en Hendaya a la hora de cenar. En menos de 24 horas habíamos viajado a París, habíamos hecho nuestro trabajo y habíamos vuelto de nuevo a casa.
Yo ya había tenido la suerte de visitar la ciudad en otras ocasiones, pero sirva de ejemplo del poco tiempo que solemos tener en estos desplazamientos el hecho de que el amigo Alberto, que nunca había estado allí, tuvo que conformarse con ver la famosa Torre Eiffel desde lo lejos.
Para terminar diré que esto de viajar en nuestro trabajo es algo constante y muy común, de hecho este articulo esta escrito el lunes y programado para publicarse hoy martes a las 6 de la mañana ya que esta noche habré vuelto de trabajar en el Pobre de Mí de Pamplona a altas horas de la madrugada.
2 comentarios:
Será que a todos nos gusta lo que no tenemos, porque a mí me parece super guai tu profesión, aunque he de reconocer que eso de tanto viaje relámpago es un verdadero cansancio!!!.
En eso tienes toda la razón, siempre nos gusta más lo que tiene el vecino que lo que nosotros tenemos.
De todas formas yo no me quejo, de momento mi vida de soltero me permite poder realizar estos viajes sin demasaido problema, supongo que el día que haya areja de por medio la cosa será diferente.
Publicar un comentario