Recuerdo que en la primavera del 2000 a algunos compañeros de trabajo les dio por comprarse patines en linea y quedar de vez en cuando para practicar un poco este deporte. En principió a mi no me llamó mucho el tema, pero un día un compañero me dejo sus patines, me los puse y pude comprobar que la practica que había adquirido de pequeño patinando sobre hielo, cosa que hacíamos de vez en cuando los amiguetes y yo en el palacio de hielo con 12 o 13 años, me servia para defenderme encima de este tipo de patines.
Me pico el gusanillo al verme tan suelto con ellos, así que decidí comprarme unos de estos patines e ir de vez en cuando a practicar esta modalidad deportiva.
La verdad es que una sensación placentera ponerte los patines y pasear tranquilamente un día soleado por el paseo de la playa, por lo que durante algún tiempo estuve practicando un poco el patinaje.
Salia de trabajar y me iba con mis patines a la zona de Sagües, junto a la playa de la Zurriola, a practicar, incluso los fines de semana me subía yo sólito con mi radio a practicar con mis patines a la zona de Miramon mientras aprovechaba para pasear al perro, pero como suele pasar, esta afición se me pasó rápidamente, y a los pocos meses había abandonado los patines en el fondo del armario, donde han permanecido prácticamente hasta hoy, quitando alguna que otra vez suelta que me ha dado por ir a practicar un poco.
Eso sí, nunca se me olvidaré lo que me sucedió uno de los primeros que subí a la zona de Miramon con mis patines.
Mis compañeros de trabajo solían practicar en un parque del barrio de Igara, pero cuando ya se vieron bastante ágiles sobre los patines decidieron cambiar de escenario y buscaron caminos más entretenidos y complejos, como los que hay en el parque de Miramon.
El problema fue que yo pequé de exceso de confianza al verme tan suelto sobre los patines, ya que el segundo día decidí acudir yo sólito a uno de estos caminos de los que me habían hablado.
La cosa empezó bien, había algunas curvas y algunas pequeñas pendientes que yo pude sortear sin peligro, pero de repente llegué a una fuerte pendiente que me encontré tras salir de una curva, al principio frené un poquito impresionado por la cuesta que tenia delante, pero yo, demasiado lanzado, me deje caer por ella.
Comencé a coger velocidad sin posibilidad alguna de frenar, ya que los conocimientos que tenia sobre el patinaje en esos momentos no me daban para ello, intentando mantener el equilibrio con movimientos bruscos de los brazos. Adelante a toda velocidad a un hombre que estaba haciendo footing en la zona, pena no haber visto la cara del hombre porque tuvo que quedar alucinado al ver como alguien pasaba a su lado a semejante velocidad, hasta que al llegar a la curva que había al final de la cuesta yo salí despedido contra los piedras y matorrales que allí había.
El castañazo fue impresionante, hasta el punto que me hice una pequeña brecha en la cabeza, me rompí los pantalones y destroce la camiseta pegándome un rasponazo en el brazo derecho de escándalo.
El hombre, impresionado por el batacazo que yo me acababa de pegar, corrió en mi ayuda y recuerdo perfectamente lo que me dijo:
¿Estas bien?, ¿Pero que ha pasado, como te has caído?
Yo entonces le expliqué que estaba aprendiendo a patinar y que no había podido frenar, a lo que él respondió que si quería seguir vivo ya podía aprender pronto o dejar de tirarme por semejantes pendientes.
Después de esto llegaron otras muchas caídas intentando mejorar la técnica o haciendo algún que otro salto, pero os puedo asegurar que ninguna de las que sufrí después llego a tener la magnitud de este brutal accidente.
Después de esto llegaron otras muchas caídas intentando mejorar la técnica o haciendo algún que otro salto, pero os puedo asegurar que ninguna de las que sufrí después llego a tener la magnitud de este brutal accidente.
1 comentario:
.-IGNIGO: Ya te digo, a nadar o a pasear; que ya no estamos para pegarnos trompazos por el suelo ni los zarzales...
.-Saludos desde Cosas y Casos de Andybel.
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