Ha habido un poco de todo, algo de juerga nocturna, turismo rural por la zona y tiempo para las reuniones familiares con la Familia Escolá a la que tengo que agradecer las gratas acogidas que siempre me ofrecen.
Quizás uno de los mejores momentos del fin de semana, y sin duda uno de los más curiosos para los que no somos de la tierra fue la Calçotada del sábado en Castellserá.
Calçot es una voz del idioma catalán con la que se denomina a un cultivar de la Allium cepa o cebolla, la Blanca Tardana de Lérida, que se labora en áreas cercanas a la costa de Cataluña, sobre todo en las comarcas de l'Alt Camp, Baix Camp , Tarragonés i Baix Penedés.
Protegido por una denominación de origen propia, el calçot de Valls se caracteriza por una longitud de 15 a 25 cm (parte blanca) y un diámetro, medido a 5 cm de la raíz, de entre 1,7 y 2,5 cm.
El origen de los calçots es objeto de debate: una de las versiones más comúnmente aceptadas afirma que se debe su descubrimiento a Xat de Banigues, un campesino de finales del siglo XIX de la zona de Valls, que por descuido, preparó a la brasa unas "cebollas" que sobrecalentó. Se quemaron todos por la parte exterior y, en lugar de tirarlos, peló las capas más externas quemadas, descubriendo que su interior estaba muy tierno y sabroso.Aquí podéis verme tomando un poco de vino después de haber preparado las ristras de calçots para poner sobre el fuego.
Los calçots puestos sobre el fuego, un trabajo no demasiado complicado en el que me encantó se me permitiese intervenir como uno más.
Yo rodeado de la Familia Escolá disfrutando de los calçots y de la salsa que preparó el Tío Antonio.
Para mí fue todo un placer disfrutar de esta costumbre culinaria de la tierra que espero poder repetir en breve.
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