viernes, agosto 29, 2008

Asfaltado en Konkorrenea

Hace unos días el amigo Cesar me mandaba un email con enlace a la siguiente noticia que publicaba El Diario Vasco:

La cuesta de Konkorronea en Egia, una de las más empinadas de la ciudad, va a comenzar a asfaltarse. La obra se iniciará hoy mismo en el tramo comprendido entre la calle Aldakonea y el acceso al edificio del Oncológico. La concejala de Vías Públicas, Ana Rivilla, reconoció que las obras causarán molestias durante tres días, ya que el asfaltado se desarrollará durante el día y, para un mejor agarre, el tramo de obras estará cortado al tráfico. También se verá afectado el microbús de la línea 36, el que une San Roque con Aldakonea, que variará sus paradas. El acceso al Oncológico deberá hacerse desde la calle Egia hasta la cuesta de Konkorronea.

Supongo que para muchos de los que estáis leyendo este articulo no dejará de ser una noticia local más que no os interesa lo más mínimo, y se podría decir que para mi sería prácticamente igual, ya que yo no vivo en la zona, si no fuese porque es en esa cuesta donde yo y la mayoría de los que hoy son mis mejores amigos nos hemos criado allí.

Se puede decir que desde los 16 o 17 años más o menos, edad en la que comencé a andar con los que hoy son mis amigos (y de eso hace ya otros 16 o 17 años) he pasado un número incalculable de horas en esa cuesta.


Es allí donde nos reuníamos a pasar las tarde de los viernes, cuando ya habíamos terminado nuestra semana de colegio, para hablar de nuestras cosas, de nuestras batallitas, de nuestros proyectos y cosas del estilo.


Era nuestro punto de encuentro los sábados por la tarde antes de acudir a nuestras primeras discotecas, esas a las que acude uno en sesión de tarde y donde uno comienza a introducirse poco a poco en el mundo del ligoteo (unos con más éxito que otros claro esta).


Eramos capaces de reunirnos en aquella cuesta 5 o 6 amigos a las 4 de la tarde y estar allí contándonos cosas, riéndonos de todo con tan solo un par de paquetes de pipas hasta las 11 o 12 de la noche sin apenas darnos cuenta de la cantidad de horas que llevábamos allí sentados.

Una cuesta que para muchos será catalogada como una simple cuesta empinada de Donostia, quizás la que más, pero que para otros (y esos somos yo y algunos de los que me leen habitualmente) es algo más.
Es o mejor dicho ha sido, el punto neuralgico sobre el cual ha girado nuestra juventud.


Afortunadamente son cosas que no quedan en el olvido, y aunque ahora no tan asiduamente, tengo que reconocer que de vez en cuando paso por allí, aunque ahora esas visitas a la cuesta únicamente se reducen a mis visitas a casa de Pako y Koro.


Es curioso por cierto que por mucho que he intentado buscar una foto de la cuesta en Internet no he encontrado nada, menos mal que Sergio me ha enviado alguna, aunque es una pena, porque Cesar me había comentado la posibilidad de enviarme una foto en la que se nos podía ver a algunos de nosotros allí reunidos hace ya unos cuantos años, pero parece ser que no la ha encontrado:



Seguro que vosotros también guardáis en la memoria una calle, una plaza o un parque donde jugabais de pequeño con vuestros amigos, lo que no tengo muy claro es si lo tendrán dentro de unos años los niños de hoy en día, ya que ahora la gente pasa mucho menos tiempo en la calle que cuando nosotros eramos pequeños.

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